La Fe dice: “Mande”
Si los padres realmente supieran y tuvieran el control del futuro de sus hijos planearían un camino, y cuando sus hijos lo transitaran y llegaran a la meta habría satisfacción plena porque hubo éxito. Los héroes de la Fe son esos hijos que transitaron el camino que su Padre Dios preparó para ellos.
Por ejemplo, leemos de Abraham en Hebreos 11:8-12
Por la fe Abraham, cuando fue llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir por herencia; y salió sin saber a dónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, viviendo en tiendas con Isaac y Jacob, los coherederos de la misma promesa, porque esperaba la ciudad que tiene cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. Por la fe, a pesar de que Sara misma era estéril, él recibió fuerzas para engendrar un hijo cuando había pasado de la edad; porque consideró que el que lo había prometido era fiel. Y, por lo tanto, de uno solo, y estando este muerto en cuanto a estas cosas, nacieron hijos como las estrellas del cielo en multitud y como la arena innumerable que está a la orilla del mar.
La obediencia de Abraham nos hace entender que la Fe dice “mande”. Abraham le confió toda su vida a Dios y esta confianza le motivó a obedecer. La Fe es convicción, convicción de que quien te pide algo es digno de confianza y de que seguir sus instrucciones es lo mejor que puedes hacer sin importar lo cómoda que es tu vida.
Una situación adversa es como una casa de campaña, pero no es tu hogar.
En Génesis 12:1-2 vemos la instrucción del cielo a Abraham:
Vete de tu tierra, de tu parentela y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Yo haré de ti una gran nación. Te bendeciré y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.
¿Por qué Abraham obedeció a Dios? Porque tuvo Fe. La obediencia esta determinada por la Fe en quien pide, no por conveniencia, no por gusto, no por miedo, solamente por Fe. La Fe en tus padres te permite obedecer, la Fe en tu pareja te permite confiar, la Fe en tus hijos te permite escucharlos, la Fe en tus pastores te permite el consejo. La Fe te dice que hacer.
Abraham por la Fe cuando fue llamado Obedeció (Hebreos 11:9-10):
Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, viviendo en casas de campaña con Isaac y Jacob, los coherederos de la misma promesa, porque esperaba la ciudad que tiene cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.
Por Fe podemos entender que los malos tiempos son temporales, que no están hechos para ser permanentes y solo son parte del camino hacia donde Dios nos quiere establecer. Una situación adversa es como una casa de campaña, pero no es tu hogar. También por la Fe podemos saber que lo que esperamos ya es nuestro aun cuando no lo tengamos en nuestras manos todavía: un bebé, una casa propia, un buen empleo, una sanidad, tu tiempo de liderar.
Cuando vivimos el presente viendo el futuro, estamos poseyendo lo que aún no tenemos.
La vida de Abraham también nos enseña que la Fe se enfrenta a la probabilidades (Hebreos 11:11-12):
Por la fe, a pesar de que Sara misma era estéril, él recibió fuerzas para engendrar un hijo cuando había pasado de la edad; porque consideró que el que lo había prometido era fiel. Y, por lo tanto, de uno solo, y estando este muerto en cuanto a estas cosas, nacieron hijos como las estrellas del cielo en multitud y como la arena innumerable que está a la orilla del mar.
El llamamiento de Abram incluye tres promesas: Primero, que le mostraría la tierra donde viviría; Segundo, su futura descendencia; Y tercero, que en su posteridad toda la tierra sería bendecida. ¡Este es un caso de fe extraordinario porque se enfrentó a las probabilidades!
La promesa incluía un lugar y una descendencia. Los hijos dependían de su caminar, aquí las probabilidades estaban en su contra. Pero Abraham no se rindió, hicieron lo que tenían que hacer para ser padres porque le creyó a Dios ¿Qué quieres en tu futuro? ¿Qué dice Dios?
Dios está de nuestro lado, confía en Dios, esfuérzate, la promesa sucederá.
Hay muchas probabilidades en nuestra contra: La edad, la economía, lo que opinan de ti, el pasado, tu soltería, tu juventud, etc. Dios, solo nos pide que creyendo sigamos haciendo lo que pide: Oramos, trabajamos, ofrendamos a su causa, crecemos, maduramos y confiamos en lo que El pide porque Dios está de nuestro lado. Confía en Dios, esfuérzate, la promesa sucederá
El novio cuando se casa pasa de ser recibido en la sala a ser recibido en la mesa, para Abraham, obedecer implicó un cambio de ser. Cuando caminamos confiando en Dios obtenemos una nueva identidad, ya no somos los de nuestro pasado (así como el estudiante se convierte en aquello que estudia),cambia nuestra mente porque hemos visto sus promesas, ya nos somos los que vemos desde lejos sino que ahora estamos en la mesa con el Padre.
No te detengas, sigue confiando en Dios. Si te habla, dile “Mande”.